¿Qué sería del mundo sin homofobia? : El psicólogo Alberto Carbonero expone cómo vive el colectivo LGTBI la discriminación y qué aspectos beneficiarían la diversidad social

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Crecer tapando la feminidad por miedo, esforzarse para enamorarse de alguien del sexo opuesto. O forzarse para andar y hablar como el resto de compañeros. Todo esto sumado a ignorar la nata atracción por las personas del mismo género con el único fin de no ser rechazado por las personas que más dicen quererte. Esto es precisamente lo que vive o ha vivido un gran porcentaje del colectivo LGTBI desde su infancia y adolescencia. Una necesidad por esconder sus gustos y su identidad, al menos hasta no sentirse en territorio seguro. «El primer instinto que sale es entrar en el armario otra vez porque es la reacción que te han enseñado a adoptar durante toda tu vida«. Me parece valiente y necesario mostrarnos como somos, pero entiendo cuando las personas se retraen a causa de los prejuicios que ya respira en su ambiente más cercano», manifestó Alberto Carbonero Caro en la entrevista que concedió hace unos meses a Veo, Escucho y Os Cuento. El psicólogo madrileño (epecializado en psicología clínica) reveló también que, al igual que existen homosexuales que intentan cumplir con los patrones de la sociedad, también habitan esas personas que sólo están a favor de la comunidad desde la superficie.

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Alberto Carbonero Caro, psicólogo que conciencia sobre la homosexualidad desde su propia experiencia / Instagram: @sinoingles

«Ha habido una transformación con la homofobia. Ahora hay más conciencia, pero hay gente que esconde sus verdaderos pensamientos bajo una fachada progresista. España es uno de los países que más visibilizan la diversidad, pero pareciera que a los políticos sólo les vale con ser respetuosos. Se ponen la banderita, pero cuando hay algo importante hacen caso omiso», reflexionó Alberto, quién ha experimentado en sus carnes esa hipocresía. El psicólogo madrileño remonta su discurso a los años del franquismo para hablar de la evolución de la homofobia. «Antes te metían en un psiquiátrico, te hacían electroshock y perdías tu identidad. Ya en los 80 el colectivo LGTBI formó una identidad común y comenzó a unirse como colectivo social», rememoró un joven de 26 años al que le toca vivir otro tipo de discrimanción por ser homosexual. «Me da miedo volver a esto. Como sociedad estamos ignorando que a día de hoy existen personas que se dedican a ir de caza para buscar a homosexuales», confesó.

Etiquetas, estereotipos y prejucios hacia el colectivo

Sin embargo, toda incitación al rechazo parte de una raíz. Usualmente basada en estereotipos que nacen desde la educación que imparten las familias y las propias instituciones. «Somos hombres y mujeres a los que les imponen roles. Parte de este problema viene de los que somos más afeminados. Los homosexuales sufrimos la misoginia, el odio hacia lo femenino y una coacción constante», expresó Alberto Carbonero. El psicólogo, quién imparte talleres virtuales sobre ‘gestión de etiquetas‘, no se quedó callado y dio voz a su verdad. Él es consciente de un hecho: Hasta que una persona no abre la boca no puede detectar si se encuentra ante un homófobo. Por ello, muchos miembros del colectivo optan por no mostrarse como realmente son hasta no saber de qué pie cojea el de en frente. Sólo así no quedan expuestos, a priori, ante grupos sociales que podrían tener actitudes contrarias a lo que ellos representan. Por otro lado, Alberto estima que la comunidad ha dado la vuelta a la tortilla a algunos comentarios despectivos. La palabra «maricón» dicha con desprecio o atribuir a alguien que «tiene pluma» por sus caracterísiticas afeminadas ya no son insultos contra los homosexuales, sino todo lo contrario. «La colectivización permite que sean una señal de identidad y de orgullo. Ahora lo interiorizamos y lo sentimos como algo identitario. Lo usamos para empoderarnos», declaró.

Homofobia en el entorno familiar y laboral: Problemática con la que lidia gran parte del colectivo

«Los asesinatos homofóbos son sólo la punta del iceberg. Hay muchas cosas que no están siendo visibles y no vemos diariamente. Seguimos enfrentándonos a ser rechazados en puestos de trabajo, así como a comidas familiares en las que no podemos llevar a nuestro novio. Solamente para que la abuela no se lleve un disgusto», expuso Alberto Carbonero. El joven de 26 años aclaró que en España la mente está más abierta que en otros países, pero sin dejar atrás lo evidente. Hay personas escondidas bajo unas actitudes superficiales a las que les genera asco cómo un hombre se besa con otro. Por no hablar ya de los cambios drásticos en el comportamiento de familias enteras. Cuando los hijos de sus amigos son homosexuales dicen ser tolerantes, pero cuando los de su sangre confiesan sus preferencias sexuales, sus caras adoptan un color pálido. «Lo importante es reconocer que tenemos un problema a nivel social que se soluciona exponiéndose en las aulas, en los medios de comunicación y en las propias ficciones», reconoció Alberto.

La homofobia en las calles y la necesidad por erradicarla desde la educación

Manifestaciones en contra de la homofobia en Madrid / La Vanguardia.

«Tenemos la ilusión de haber alcanzado como colectivo el bienestar y hemos olvidado qué hacer ante los peligros. El Orgullo siempre ha sido una manifestación por los derechos y al final se ha convertido en la fiesta. Esto no es nada malo, pero no hay que ignorar la parte de reivindicación», confesó Alberto, quién siempre que puede acude a todas las convocatorias relacionadas con la comunidad LGTBI. El propulsor de talleres sobre ‘gestión de emociones y roles sociales’ detalló que lo más importante está en la educación y en la necesidad por informar desde las aulas de la diversidad. Esta es la forma de abolir la homofobia, un sentimiento de odio que, en ocasiones, desencadena asesinatos como el de Samuel Luiz. «Cuando nos encontramos con personas que están organizándose para volver a ese pasado, nos encontramos de bruces con que no tenemos cómo defendernos. Necesitamos educación y conciencia», recalcó el psicólogo madrileño. No sin antes hablar de la importancia de las charlas en los institutos y la veracidad de la información, tanto en las instituciones públicas como en los medios de comunicación. «La educación permite que las personas tengan la capacidad de no rechazar algo que debería naturalizarse», declaró. Desgraciadamente muchas familias fomentan la LGTBIFfobia y de aquí parte que haya grupos sociales con características comunes a los nazis de hace décadas. El caso del pasado 3 de julio de 2021 en el que un homosexual de 24 años murió en A Coruña a manos de 7 personas, no fue un caso aislado. Son varios los que recurren a la violencia para abolir las libertades que ha conseguido con los años el colectivo. No obstante, de este crimen los antifascistas encontraron una nueva forma de manifestarse en contra de los propulsores del odio. «Samu, escucha. Estamos en la lucha». Ese era el lema que utilizaron en manifestaciones como las de Madrid para abanderar la diversidad, su necesidad por ser libres y así poder ir sin miedo por las calles.

El psicólogo Alberto Carbonero Caro en El Orgullo de Madrid, día de la celebración de los derechos del colectivo LGTBI.

Alberto Carbonero Caro ha vivido de cerca muchas experiencias homofóbicas y siente actualmente que la sensación de validación y seguridad es necesaria. «Es importante que se nos celebre y quiera en nuestro propio entorno lo antes posible. Esto es lo mejor que le puede pasar a una persona del colectivo», confesó. Él es parte de la lucha, alza los colores de su bandera siempre y cuando tiene una oportunidad. Lo hace a través de la psicología, de la música, de sus redes sociales y desde su necesidad por no volverse a esconder en ningún armario. Anteriormente, Alberto fue un privilegiado al rodearse de personas que le valoraron y que normalizaron, desde el principio, que estuviera saliendo con un chico. También tuvo que atravesar malos momentos, comentarios fuera de lugar, intolerancia en personas muy cercanas a su círculo social. Por ello sabe que la clave para ser quién uno quiere ser es la paciencia. Lo importante es que terminó descubriéndose, exploró su sexualidad y dio pasitos hasta dar el gran salto. Lo hizo en la dirección de la libertad. Su momento de liberación llegó y hoy, desde su profesión, es un joven que ayuda a otros jóvenes a que también puedan encontrar el suyo.

Agradecimientos a Alberto Carbonero Caro por la entrevista, su tiempo y amabilidad. ¡Seguirle en Instagram a @social.berto y @sinoingles ! ¡No os váis a arrepentir!

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