Todo comienzo conlleva una despedida, pero si el 22 de febrero (día del estreno) me hubieran contado que iba a vivir un sinfín de emociones al lado de los Rueda ni siquiera me lo hubiera imaginado. Superar a ‘Mi Marido Tiene Familia’ era difícil y más en sus capítulos iniciales con las duras, pero inevitables comparaciones. Al principio parecía que habían cambiado pocas cosas y menos con gran parte del elenco de ese éxito en esta nueva ficción mexicana. Diana Bracho volvía a la pequeña pantalla después de 2 años y medio para ser nuevamente la matriarca de la historia. Sólo cambiaba la casa, el negocio del pan por el de los pollos, y por supuesto, los hijos. Por su parte, Emilio Osorio regresaba para interpretar a un joven que a diferencia de Aristóteles Córcega amaba el monopatín y era heterosexual, pero su frustración por no encontrar su destino era algo que había heredado de su producción anterior. Muchos medios de comunicación decían que la adaptación de la novela surcoreana con el mismo título era una continuación con distintas tramas de la antecesora que tiempo después dio paso a ‘Soltero con hijas’.
Lo único que cambiaban eran los protagonistas y algunos personajes secundarios, otros veteranos con roles distintos, así como Oaxaca por Guanajuato. Además, como en esa producción familiar de Juan Osorio, la comida siguió siendo una protagonista más en cada episodio, por no hablar de Cklass, marca de ropa procedente de México. Lo mismo ocurre con su intención para que el espectador viaje de nuevo de la comedia al drama y de ahí a la acción en cuestión de segundos. ‘¿Qué le pasa a mi familia?’ tuvo que superar todos los obstáculos; desde la pandemia y las críticas que recibió por ser un espejo de la situación actual al ver a Lalo, Sol e incluso a la mamá gallina con sus mascarillas, a vivir la drástica sustitución de uno de los actores principales de una escena a otra en un momento clave para la trama o conseguir generar conflictos que se alejaran del melodrama protagonizado por Zuria Vega y Daniel Arenas.
Supuso un reto, pero a fecha de hoy se puede decir que superaron los obstáculos y en sus últimas semanas ‘¿Qué le pasa a mi familia?’ lideró el rating. 4 millones de espectadores se sentaron en sus casas para llorar al compás de los Rueda, una familia que había pasado por muchas pruebas a lo largo y ancho de 100 capítulos, pero a la que le quedaba hacer del sufrimiento una lección de vida. Su pilar fue Doña Luz (Diana Bracho) o «Luciérnaga», tal y como le llamaba de cariño su fiel hermana Ponchita ( Wendy de los Cobos). Esta gran mujer enseñó con su historia la importancia de dedicar tiempo a las madres, pues desgraciadamente no son eternas. También la necesidad por vivir el presente con los seres que más quieres en el mundo sin rencores ni odios hacia aquellos que se desviaron del camino correcto. La mamá gallina fue una mujer trabajadora y persistente que se desvivió por sus tres hijos, aunque por diversos motivos ellos no se acordaran de estar a su lado ni en el día de su cumpleaños. Con el transcurso de los capítulos, esta señora demanda a sus propios polluelos y les somete a una sucesión de cláusulas con el fin de unirles como hermanos. Por este entonces, ya conoce la gravedad de su enfermedad y sólo desea ver a su familia unida en los últimos meses que le quedan de vida.
«Es una locura» ha sido el tema principal de una telenovela que ha conseguido dignificar la muerte de Doña Luz. La canción ha sido cantada por Mane de la Parra y Emilio Osorio, dos cantantes que además de intérpretes de ‘¿Qué le pasa a mi familia?’ afrontaron con naturalidad este dúo que no ha dejado de reproducirse en estos casi cinco meses en los que la producción de Juan Osorio ha estado al aire en el Canal de las Estrellas de Televisa. Además, los televidentes de muchos lugares distintos han podido disfrutar más de cerca la gastronomía y cultura de Guanajuato, un escenario realista con su mítico callejón del beso y la gente, quiénes también han intervenido en varias escenas que han sido elementales en las vidas de los Rueda- Iturbide, para bien o para mal.
No hay que mentir. Hubo capítulos que generaron el desapego del público por esta historia, pero a partir del episodio 60 ‘¿Qué le pasa a mi familia?’ mejoró sus tramas exponencialmente y pasó a convertirse en la telenovela actual más querida por los mexicanos y los que nos encontrábamos al otro lado del Atlántico. Para hablar de la adaptación de Osorio hay que recordar a sus protagonistas principales. Pese a que muchos hubieran preferido el reencuentro entre José Ron y Ariadne Díaz tras ‘La Mujer del Vendaval’, Mane de la Parra y Eva Cedeño demostraron que podían ganarse el cariño del público con una historia de odio-amor basada en la confianza y en su incesante manera para arriesgar sus vidas el uno por el otro. Así fue como Regina y Patricio superaron los obstáculos interpuestos por Ofelia del Olmo (Lisette Morelos) y Jade (Sherlyn González) hasta ser felices al lado de su pequeña hija, Lucecita.
‘¿Qué le pasa a mi familia?’ ha sido un claro ejemplo de resistencia y es algo que ha corroborado Fernando Noriega con su llegada a una producción que había grabado con el actor al que sustituía unos 40 capítulos. Su entrada surgió en la noche de bodas de su personaje con el de Paulina Matos, y aunque al principio no fue del agrado de toda la audiencia, poco a poco el nuevo Mariano Rueda se ganó un hueco en el corazón del público. Y no es para menos. El cambio físico del hijo doctor de Doña Luz llegó en un momento clave debido a que faltaban escasos episodios para que este hombre se enamorara verdaderamente de la mujer con la que se había casado por conveniencia. En el momento en el que Constanza Astudillo pudo irse de las faldas de su madre, la muñeca de porcelana que era manipulada por sus propios padres comenzó a tener su propia personalidad y a soñar con el diseño de vestidos. Esta evolución enamoró del todo al hijo de la mamá gallina, un joven que tenía ciertos traumas a causa del abandono de su padre Wenceslao (René Casados). La pareja pasa por una fuerte crisis cuando ella descubre que le mintió y el estéril era él, pero los sucesos que se originan en la recta final consiguen unirlos nuevamente hasta el punto de volver a casarse por amor y no por presión.
La historia de amor de Sol y Lalo Rueda fue inocente, mágica y fuerte. Daniela Ordaz Castro, la hija de la actriz Daniela Castro debutó con honores en ‘¿Qué le pasa a mi familia?’, una producción en la que ha destapado su pasión por la actuación con un personaje que ha brillado al ser una chica humilde de pueblo con sueños que emprende su camino de manera independiente al mismo tiempo que se enamora del chico que conoció cuando aún era una niña. Las confusiones a raíz del triángulo amoroso que ambos generan junto al joven que caracterizó Mauricio Abad están presentes en Sol y Lalo, pero sus sentimientos son tan poderosos que juntos logran hacer frente a las tristezas y cumplir sus objetivos profesionales. Además, Marisol es fundamental en la vida del hijo menor de Doña Luz y más en el momento en el que le confiesa que su mamá tiene cáncer. Ella estuvo ahí para levantar del suelo al personaje interpretado por Emilio Osorio, un chico que tras considerarse la oveja negra de los Rueda consigue hacer de la rosticería de su madre la más conocida de todas.
Si hablamos de personajes que estuvieron en ‘Mi Marido Tiene Familia’ y en nada se parecieron a este antecedente es necesario hacer especial mención a Gabriela Platas. La actriz que en otro tiempo dio vida a Polita, esa humilde madre de Aristóteles que necesitaba de la caridad y los tuppers de su cuñada para poder comer caracterizó un papel totalmente opuesto como Violeta Astudillo Anaya. En esta ocasión ha sido una mujer aparentemente fría y superficial capaz de utilizar sus peores armas para conseguir edificar un negocio en el terreno de los Rueda. Por ello, sus planes de casar a su única hija con Mariano. Lo que el público desconoce en la primera parte de la telenovela es que esta mujer oculta un pasado oscuro relacionado con la delincuencia. Sin embargo, la posible pérdida de lo que más ama en el mundo hacen que reflexione hasta dejar de ser una auténtica villana para pasar a ser una heroína de la trama. Ella fue la que plantó cara a Ofelia, esa mujer desquiciada que aparentó ser una gran dama de sociedad al casarse con Carlos Iturbide, pero que en seguida mostró su lado psicópata, pero también la que sonsacó las escenas más graciosas de esta ficción, bien sea por su manera de decir palabrotas, sus bailes o sus bipolaridad, hecho que le comprometía a sacar su mejor sonrisa y segundos después romper la vajilla de su casa. Sin lugar a dudas, tanto Gaby como Diana Bracho merecen un Premio TV y Novelas por ser dos ejemplos de mujeres que han dejado de distintas formas mensajes que han conmocionado al público.
«El corazón es la verdadera fuerza de la familia» dijo el personaje de Doña Luz antes de su despedida final tras ver cómo los Rueda estaban más unidos que nunca y haber podido conocer a su nietecita. Por ese entonces las lágrimas caían ya a borbotones sobre mis mejillas, al igual que en capítulos anteriores cuando dedicó unas palabras a Lucecita, la hija de Regina y Patricio, mientras esta estaba en la incubadora. Después de una lucha titánica basada en reunir a sus hijos y dejarles de herencia el amor, la mamá gallina murió en compañía de Jesús (César Évora), ese hombre con el que volvió a sentir la plenitud como mujer. Un año después de su fallecimiento, todos pudieron cumplir sus propósitos de vida y honrar a una madre, hermana, tía y abuela que ha dejado mensajes que conmovieron a 3,8 millones de espectadores y a todos los que vimos su final a través de Internet. En conclusión, nos quedamos con la importancia de la familia para lograr nuestros sueños y sentirnos invencibles, pero especialmente una frase que dejó la gran protagonista de ‘¿Qué le pasa a mi familia?’: «Sin importar que tan oscuro sea el camino, siempre habrá una luz que los guíe. Este es el inicio de una nueva aventura».