Un piano y una voz. Solo eso necesita Pablo López para hacer historia ante una multitud que canta canciones que salieron de su propia inspiración. El 20 de septiembre recreó en el Palacio Vista Alegre su «patio» particular, ese en el que estuvieron presentes más de 12.000 personas, quiénes no dudaron un segundo en hacerle los coros al compás de esas melodías que llegaban directas a los corazones de tantas almas. Así fue como en una noche lluviosa salieron las estrellas para iluminar a un ser de luz para el que sus baladas más intimistas son su bandera.
Pablo López volvió a renacer en la música para salir de la oscuridad y demostrar al mundo su faceta como poeta musical. Resucitó al dar a conocer «Vi» y ofreció su autenticidad con obras musicales como «El mundo y los amantes inocentes» para calar hondo en los habitantes de todas esas ciudades que se trasportan durante horas a ese «patio» que simboliza su pasión por la música. Desde que era tan solo un niño inocente, ya era amigo del piano y de todos los instrumentos que le permitieran experimentar diversas melodías. Por eso es imposible no verle sentado a su lado, tecleando ese sonido que le permite destacar en un universo que últimamente se ha dejado guiar por lo que da visitas y vende más.

Trabaja sin descanso para emocionar siempre que pueda a sus «hijos del verbo amar» en esos escenarios que pisa y en los que se siente como en casa. El Palacio Vista Alegre fue testigo de su humildad y de un cantautor malagueño que se sinceró con su público al hablarles de su esencia a través de composiciones que no podían faltar como «El Patio», «Lo saben mis zapatos», «Debería» o «Tu Enemigo». Lo primero que hizo fue cantar «Pongamos que hablo de Madrid» de uno de sus grandes referentes: Joaquín Sabina. Después le dedicó «Vi» y «El Camino» a la ciudad que nunca duerme.
Pablo López tuvo dos horas de concierto para conseguir que sus fans giraran a 360 grados al ritmo de su trayectoria musical. Además de míticas canciones de su cosecha como «El Mundo» o «Dos Palabras», el artista español que tiene como aliado al piano (compañero de tantos sueños convertidos en conciertos multitudinarios) puso la piel como escarpias con «Suplicando» y recordó sus influencias musicales al homenajear a Fito Páez, Antonio Orozco, Chambao y Mecano. El creador de «Camino, fuego y libertad» no se olvidó de «El Gato» ni de «Mamá No» en una noche mágica en la que hizo su versión de «Te Prometo» de Pablo Alborán y en la que sorprendió interpretando su propia composición para Malú titulada «Ángel Caído».
Este músico imparable a la hora de componer obras de arte y dejar hablar a sus inquietudes, a sus sueños, a sus monstruos y sus anhelos es un ejemplo para muchos jóvenes talentos y la banda sonora de millones de personas que se sienten reflejadas en sus letras. Ese viernes lluvioso, Pablo López ofreció uno de los mejores conciertos de su vida a una ciudad abarrotada que calló para que él brillara en decenas de estribillos, pero que le acompañó esa noche y lo haría con los ojos cerrados millones de veces más.
Agradecimientos a Universal Music Spain y a Diego Jiménez Collado por las fotografías