Miro al cielo, pero solo veo gris. Voy en el metro dispuesta a sentir esas «Otras Alas» que me abrigan y me sanan cada vez que soy testigo de ese arte que remueve y que nos permite viajar por minutos a un mundo inexistente, pero lleno de almas buenas que no están dispuestas a quitarnos los derechos por los que lucharon nuestros antepasados. Suenan en mis oídos esas letras intimistas y pasionales de esa niña que nunca tiró la toalla pese a recibir alguna que otra negativa; la misma a la que le abrieron de par en par las puertas en ‘OT 2018’ y que bordó todas sus actuaciones. Sí, una vez más, respiro, cojo fuerzas con cierto nerviosismo y demasiada ilusión por ver en directo a Natalia Lacunza.
Bajo del tren y me reencuentro con amigas periodistas que tienen las mismas sensaciones que yo. Llegamos juntas a la sala Joy Eslava, la misma que la propia Natalia Lacunza pisó tiempo atrás al ser invitada por Nil Moliner. Centenares de fans se sacan fotos con los ojos invadidos por la emoción de poder cruzarse con uno de sus referentes musicales. Un grupo de chicas se acercan a mí y consiguen que la espera sea más amena. Las cuatro me cuentan antes de disfrutar de su meet and greet, el momento en el que la creadora de «Otras Alas» apareció en sus vidas. Si hace frío ya no importa. El reloj corrió demasiado en esos instantes en los que grabo su admiración por la chica de Pamplona que eriza la piel con sus composiciones.
Entro al photocall y aparece Natalia Lacunza con un traje de chaqueta que define su estilo propio para todo. Llega nuestro turno. No tenemos el tiempo suficiente como para que parezca una conversación entre amigas, pero sí para que nos contara lo feliz que se siente con ella misma y con las nuevas canciones que desea que salgan a la luz en una fecha que para ella es muy especial. Tampoco faltó la oportunidad de preguntarle por «Ventanas de avión», esa canción que no forma parte de su EP, pero que nació en ‘OT 2018’ y que ha prometido cantar en sus próximos conciertos.
Anteriormente ya había posado para la prensa con esa espontaneidad y naturalidad que la definen desde siempre. Sola y con Mala Rodríguez; no faltaron sus sonrisas, sus saludos, su cariño, su humildad y sus ganas por hacer sentir a todos como en casa. Algo más de una hora después, Natalia Lacunza pisó por primera vez en solitario la sala Joy Eslava de Madrid y no dudó en agradecerles a todos su asistencia antes de hacer sonar las primeras melodías de «Otras Alas». En esta ocasión, no estaba junto a su compi, Marem Ladson, pero sí tuvo la presencia de su DJ y de sus bailarinas en ese encuentro musical e intimista con el que deslumbró a un público que le pedía una canción tras otra.
Nunca sabe poner freno cuando se trata de componer lo que le desgarra por dentro. Su primer trabajo musical es mágico, genuino y está lleno de derroteros que la han posicionado como una joven promesa digna de ser admirada por las masas. «Olivia» siguió a «Otras Alas» en un concierto tan íntimo que Natalia Lacunza se atrevía a hablar cara a cara con algunas de sus fans e invitaba a todos a que cantaran junto a ella en todas las canciones. Minutos después de trasmitir su energía con «Gata Negra», la cantautora volvió a hacer uso de la silla para causar las lágrimas de algunos con «No te veo», esa composición que tanto significa para su propia creadora.
Única, revolucionaria, verdadera, energética y amorosa al mismo tiempo. Fueron muchos los que no pudieron estar presentes en ese gran espectáculo de poco más de media hora en el que Natalia Lacunza dejó toda su esencia. México, Perú, Canarias y otras zonas estuvieron a la distancia en el directo que hice a través de Instagram y pudieron ver el baile sorprendente de «Tarántula» que está pilotado por Vicky Gómez (profesora de ‘OT 2018’), así como «Nada», ese tema que dura menos de un minuto o la última, una de las más aclamadas, «Nana Triste». Fue bonito ver ese a capela combinado con los coros de unos fans entregados al 100% con una estrella que el pasado 11 de noviembre iluminó a tantas almas.