Primera tarde del verano de 2019 por Madrid. Llegan como flashbacks los recuerdos de un año atrás; momento en el que habían comenzado los castings para escoger a los 16 nuevos concursantes de ‘Operación Triunfo’ poco tiempo antes de descubrir a Natalia Lacunza: una joven que ya destacaba entre una amplia multitud por su particular voz, y también, gracias a ese peto amarillo que no le trajo mala suerte. Regresamos al presente para hablar de su transición en el mundo de la música. Se podría decir que la calle de la capital estaba más abarrotada que otros días. Tras un callejón, la «gata negra» ensayaba su primera presentación en directo de esos temas musicales que llevaban escasas horas en las plataformas digitales.
Cientos de ojos la observaban con una gran admiración mientras sonaban las melodías de «tarántula». Todos habían comprado a primera hora el primer EP de Natalia y ya lo tenían en sus manos; dispuestos a que se lo firmara esa gran cantante que en época de reggaeton apuesta por un estilo poético, sanador y lleno de originalidad. Lejos de defraudar, su debut musical conmocionó a esos fans que habían seguido sus pasos desde que se presentó a ‘La Voz’. Vitorearon su nombre en directo, aunque ya lo habían hecho desde el anonimato. Muchos durmieron poco y despertaron reproduciendo en bucle esas siete canciones en las que se ve reflejada su alma.
Su versatilidad y esa dulce voz acompañada por una sucesión de susurros la hacen única en un mundo en el que desgraciadamente prima la superficialidad. Ella es todo lo contrario y no se olvidó de sus raíces para componer lo que quiso sin dejarse guiar por lo que vende. «Nada» será, posiblemente, esa divertida presentación con la que comenzará a desplegar «Otras Alas» cada vez que realice sus siguientes apariciones sobre los escenarios. Sonó también en Madrid «gata negra» y nadie se quería ir, ni siquiera aquellos que simplemente pasaban de casualidad por allí.
Aún así, todavía quedaba la gran revelación en directo de «Otras Alas». Natalia Lacunza puso el nombre de un insecto a una de sus canciones; quizás las más energéticas de todas por esos movimientos que simulan a la perfección a la «tarántula». La presencia de Vicky Gómez, esa bailarina que le había enseñado a sacar el jugo a las canciones, fue vital para esas tres mujeres que demostraron el poder femenino. Esta carta de despedida se convirtió en una auténtica fiesta en la que su hermana y sus padres cantaron el estribillo al ritmo de los saltos de María, Marta, Marilia, Dave, África y Damion.
Con ella el tiempo pasa tan rápido que 12 horas de espera con un sol abrasador merecerán la pena siempre; y sino que se lo pregunten a sus fans, quiénes gritaban eufóricos su grandeza y se atrevieron a cantar al unisono su primer single de «Otras Alas», «Nana triste». Desde una canción con influencias flamencas a sonidos incomparables que no se han escuchado en ningún artista o temas musicales que tendrán una gran puesta en escena; Natalia Lacunza vuela tan alto siendo ella misma que deja con la boca abierta a todos. Su historia musical solo acaba de empezar porque desde hoy se han abierto infinitas «ventanas de avión».