Escribe sus propias letras porque es la mejor forma de luchar por su gran sueño. Siente cada una de las frases que plasma en su cuaderno, y así, libera a su alma de esa cárcel estereotipada que se encuentra cada vez que recorre las calles. Es de otro mundo porque desde que se acuerda habita en un universo paralelo en el que la libertad no solo se grita, sino que se pone en práctica a diario. Sus amigos son esa familia que escogió y a los que se aferra cuando le invade la incomprensión de esos seres frustrados que solo quieren que los demás caigamos en el mismo agujero.

No le tocó escapar de la guerra, pero sí esquivar a todas esas personas corrompidas que se limitan a juzgar con el dedo sin preguntar a aquellos a los que critican si verdaderamente han conocido la felicidad. Dijo adiós a las formalidades y a las apariencias desde que era una niña de cuatro años que veía ‘Rebelde Way’ y no los dibujos animados más famosos de su época. Aprendió que la verdadera esencia no es lo que se ve a simple vista, sino lo que garantiza tus siguientes pasos en la vida. Aun así tuvo suerte y a diferencia de otros, sus padres apoyaron cada una de sus ilusiones y todas sus decisiones.
Siempre fue feliz con poco. Solo le hacía falta ahorrar un poquito para poder viajar a Madrid con esa guitarra que presenció sus mejores reencuentros y sus peores momentos; esos que también le sirvieron de inspiración para componer las primeras melodías de sus propias creaciones. No se rindió aunque le cerraran las puertas. Es de las que no miran para otro lado porque sale sin careta y tiene un alma honesta. Alza su bandera allí por donde pasa y aplaude la diversidad. Sus canciones hablan de amor, pero van mucho más allá al «ser» el espejo de esa revolución que hace «con el alma».
Nalma escribe su propio libro de la vida en el que tiene como referente a Cris Morena, esa mujer que transformó su manera de pensar, ver, sentir y evolucionar como ser humano. Su humildad se huele a más de 300 kilómetros de distancia. Su lucha es incesante y sus ganas por producir, crear o iluminar el camino a las personas de su mundo no tienen límites. No tiene miedo a perder porque rendirse es no sentirse viva y pone la voz a su historia, pero también a esa que se encuentra en cada esquina y nadie ha revelado públicamente. Sabe que su propia cárcel son esos demonios internos que aún no la dejan demostrar su arte más intimista y real.
Canta una cover o una de las canciones de su mundo y eleva su propio vuelo, al igual que en otros tiempos lo hizo la mentora y protagonista de todos sus sueños. Despertó en una realidad en la que tuvo que juntar poco a poco dinero para poder conocer a esos seres de luz con los que vivió su infancia y adolescencia. Así fue como Nalma viajó a Madrid de nuevo con una maleta que es mucho más grande que ella misma y con esa guitarra con la que pone los acordes a su alma. Abrazó a Lali Espósito, le dedicó unas bonitas palabras a China Suárez y dio unos minutos de su tiempo a esa gente que le quiso y admiró desde que empezaba a hablar o realizar esos giros vocales que ponen la piel como escarpias.
Realiza covers a artistas a los que admira desde que salieron a la luz como a Vanesa Martín, Lali Espósito, Adele o Lorena Gómez. Valora lo verdadero, lo que no necesita autotune para sonar bien y cuenta con su prima María para esos vídeos con los que demostrar su arte andaluz o causar alguna que otra risa. Verla criticar a alguien es muy complicado, aunque le hayan roto el corazón. De todas las mujeres que habitan en ella; la mejor es la que no se visualiza con los ojos, la que sale de su interior cuando no calla lo que reivindica y la que soñó de pequeña alguna vez con conocer a ‘Floricienta’.
Nalma es ese ser de luz que hizo realidad ese mundo creado y conoció en su propia casa a ese ángel de Eudamón. Tras varios años viendo ‘Casi Ángeles’, la cantante gaditana que reproducía en bucle todas las noches la historia larga de Cielo Mágico y sus guardianes estuvo más de una hora con Emilia Attias. La actriz argentina se emocionó cuando le escuchó cantar «Con el alma», esa canción que Nalma había escrito como homenaje a Cris Morena y a su hija fallecida, Romina Yan. Este no es el único sueño cumplido de esta chica a la que aunque no siempre le llovió la suerte, sí salió a buscarla.
Mágica, genuina, sincera y sin máscaras formales que le permitan aparentar lo que nunca ha sido. Alegre y graciosa, aunque a veces su corazón esté lleno de agujeritos. Incapaz de hacer música que no le defina como persona. Por ese motivo aún no es mundialmente conocida, pero tampoco pretende serlo. Solo quiere trasmitir sus mensajes musicales. No obstante, el día que una discográfica le de la oportunidad de dejar hablar a su alma será una leyenda española más. Solo necesita que alguien de peso crea en su talento y abra los ojos porque brilla en las colas de los conciertos, tanto que hasta le lanzan billetes sin pedirlos. Viajar a Argentina es uno de sus sueños, pero su mayor ilusión es pertenecer a «Otro Mundo» y ser parte de esas futuras creaciones de su máximo exponente, Cris Morena. Ella es Nalma, una mujer talentosa que tiene la llave de su metamorfosis y que solo necesita que alguien impulse su vuelo.