Si en su primera y segunda parte ya teníamos motivos más que suficientes para aplaudir a Lydia, Carlota, Marga, Ángeles y Sara, con esta tercera temporada todas ellas se merecen que las hagamos un monumento. El 7 de septiembre los seguidores de la primera serie española de Netflix pudieron ser testigos de la continuación de la historia liderada por mujeres empoderadas que ya nos habían demostrado su valentía para luchar contra una sociedad homófoba, machista y retrógada. Anteriormente, las cinco tuvieron que soportar que los hombres tuvieran el poder de decisión sobre sus vidas, pero esa sumisión se evaporó por completo en el momento en el que se conocieron en la prestigiosa compañía telefónica.
En esta tercera parte, Marga (Nadia de Santiago) es una mujer decidida que lleva las riendas de su relación amorosa. No obstante, la llegada del hermano gemelo de Pablo pone patas arriba la estabilidad que había creado con el que parecía ser el amor de su vida. Carlota (Ana Fernández) es junto con Sara (Ana Polvorosa), un icono feminista capaz de armar revoluciones pacíficas en plena dictadura. En estos ocho capítulos surge una agrupación llamada «las violetas» que tiene como líder a esa chica del cable que siempre fue la voz de todas esas mujeres sumisas que no se atrevían a luchar por su libertad y sus derechos laborales. En cuestiones sentimentales, la más revolucionaria de todas mantiene una relación amorosa paralela con Sara durante el día y con Óscar todas las noches.
Por su parte, Lydia (Blanca Suárez) descuida en cierta medida los problemas de sus amigas y se aferra a su propio dolor de madre. Desde el primer capítulo y hasta el final de la temporada se ve cómo sufre por la desaparición de su hija. Ella es una mujer desesperada que tras el incendio causado el día de su boda en la iglesia solo quiere volver a ver a su bebé con vida. Este suceso se convierte en una prueba de amor para ella y Carlos (Martín Rivas), un hombre que se ve en la situación de escoger entre su gran amor o su madre. Todo apunta a que Carmen (Concha Velasco) no le pondrá las cosas nada fáciles a Lydia y mientras viva, esa señora astuta, poderosa e interesada, hará hasta lo imposible por separar a su hijo de la líder de las chicas del cable.
Ángeles (Maggie Civantos) vuelve a Madrid tras varios meses de ausencia y se reencuentra nuevamente con el inspector Cuevas (Antonio Velázquez). Con el fin de no ir a la cárcel por haber asesinado a su ex marido, Mario (Sergio Mur), ella decide colaborar con ese policía con el que volvió a sentirse mujer y así recuperar su ansiada libertad. Es así como aparece en acción el personaje interpretado por Luis Fernández, un antiguo conocido de Lydia que está metido en negocios turbios. Aún así, esta chica del cable ya no es esa mujer llena de miedos e inseguridades de la primera temporada. En estos capítulos, Ángeles muestra su empoderamiento al tomar decisiones que en los años 30 le correspondían a los hombres. Ahora fuma como ellos, es sensual, atrevida y luchadora cuando se trata de sobrevivir y de reivindicar la igualdad de género.
Las sensaciones de los espectadores tras ver la 3ª parte de ‘Las Chicas del Cable’:
Una boda que acaba en tragedia. Muertes, desapariciones, reivindicaciones, los inicios de la radio para dar voz al pueblo, las primeras agrupaciones feministas y un personaje transexual que se esconde en un contexto marcado por una dictadura. Con esa fuerza y ese dramatismo en sus historias se presentó la 3 temporada de ‘Las Chicas del Cable’ en Netflix. Lógico es que sus espectadores necesiten ya la cuarta parte de una serie de época que ha sabido defender la diversidad y la igualdad de género en plenos años 30. Esta ficción es necesaria debido a que permite abrir los ojos a esas mentalidades conservadoras que habitan en la actualidad y desean volver a un pasado donde las mujeres feministas tenían que callarse por miedo.
Nadie tiene derecho a hacer sentir mal a otra persona por el hecho de ser diferente o no tener la misma orientación sexual. Ningún hombre tendría que manejar la vida de ninguna mujer como si fuesen títeres que solo tienen que complacerles y asentir a sus caprichos. ‘Las Chicas del Cable’ no ha triunfado únicamente por reunir a un impresionante elenco de intérpretes o por contar distintas historias de amor en pleno siglo XX, sino por haber contribuido a dar una mayor visibilidad al feminismo.