10 de octubre de 1991. Esa siempre será una fecha marcada en el calendario para Lali Espósito y todos los que hemos crecido a su lado, descubriendo sus múltiples matices y viéndola brillar como una auténtica «diva». Primero, en la televisión de su país natal a los 10 años de edad cuando sólo era una niña de pocos recursos económicos, pero con un hermoso espejo en el que hacía sus propias actuaciones y soñaba con hacer lo mismo que el rey de la música, Freddie Mercury. Anteriormente a esos hechos, esa niña que crecía al lado de sus dos hermanos en el barrio de Parque Patricios ya había sentido en sus pies el poder de volar. Lo hizo con sus primeros patines, esos que heredó, pero con los que recuerda haber tenido su primer contacto con el arte. Años después, esa niña curiosa y llena de energía reconoció haber tardado mucho tiempo en conocer la inmensidad del mar, pero no el amor de su familia. A través de sus padres, Lali conoció conceptos como el sacrificio, el trabajo y la unión entre los seres queridos para valorar lo simple y verdaderamente importante de la vida.
Su historia está en nuestra memoria. Desde ese momento en el que se equivocó de casting y entró en la serie de Cris Morena titulada ‘Rincón de luz’ hasta el último concierto del que fuimos testigos, sintiendo la adrenalina y la fiesta de su Disciplina Tour en España. ¿Quién le diría a esa niña que soñaba con subirse a los escenarios que lo haría de manera imparable hasta el punto de pisar un estadio? La chica del sur lo ha logrado. Y es cierto, ha tenido su propia metamorfosis al pasar de la niñez y adolescencia a ser una actriz y cantante que respetan, quieren y admiran más allá de sus fronteras. Quizás sea por su lado polifacético, por su elocuencia o por su personalidad arrolladora. Tal vez por su talento nato para ser una artista 360 o por hacer su búsqueda, reflexionar sobre el mundo y conseguir que otros lo hagan a través de su música.
Nadie pudo detenerla en su camino como artista. En sus buenas acciones estaba su respuesta, pero también el destino que merecía. El de una joven que ha conquistado a todos. Y no, ya no hay alguien que desconozca la existencia de Lali Espósito. Su sola presencia causa revuelo, pero cuando habla o canta millones de espectadores se quedan ensimismados y preguntándose porqué motivo no habían tenido la suerte de cruzarse antes con su talento. Un claro ejemplo sucedió hace unos días en El Hormiguero. «Un ramo de flores no justifica la violencia. No es no», expuso la intérprete de almas en el programa más visto de España cuando se presentó en su sección un caso asociado al acoso a una mujer.
Fiel a sus raíces, a lo que siente y piensa. Chiquita, veloz, conciliadora, amante de la verdad y la lucha por mejorar día a día el mundo en el que le ha tocado aportar todo su arte. Inquieta, soñadora, apasionada, valiente, feminista, genuina, trabajadora, transparente y talentosa. Lali Espósito logró cambiar mentalidades de otras épocas con sus personajes y sus composiciones. Y aunque nació con brillo, pero sin dinero, la cantante nunca se ha vendido a lo que exige la industria, ha dejado atrás la hipocresía y ha ido en busca del sonido y los mensajes con los que se siente cómoda. Y «Disciplina» es ese lugar musical al que deseaba llegar, ese estallido revolucionario, así como esa necesidad por encontrar la liberación y compartir con su público sus experiencias sexo-afectivas.
Y pese a que Lali nunca dejó que los dedos juzgadores le afectaran, entrar en la década de los 30 le ayudó a hacer instrospección. La cantante argentina hace lo que realmente quiere con su música y está orgullosa de llevar a los escenarios canciones, que su generación, y las posteriores, aceptan como himnos. Desde «Ego» a «Boomerang», o la más reciente «N°5». Lali Espósito es versátil y no sólo por los sonidos innovadores que incorpora en cada uno de sus trabajos discográficos. Sino más bien por pasar de las baladas conmovedoras a esas letras que aclaman la bandera LGTBI y representan a todo un colectivo.
Con los pies en el escenario y su cuerpo entregado al baile, ese con el que nos deleita en cada uno de sus encuentros musicales, Lali Espósito ha tenido una metamorfosis fructífera. La chica del sur, esa artista que representa a los suyos, se ha transformado en toda una leyenda, una diva soñada a la que querer acompañar en cada uno de los pasos que da. No importa que sean desde el lado de la música, la actuación, en su faceta como couch o presentadora. Donde quiera que va, sea en Argentina, España o Israel, Lali hace historia y se convierte en segundos en un icono social. En medio de su Disciplina Tour, donde vemos a un artista eléctrica, inusual( en el buen sentido de la palabra) , de otro mundo, la cantante combina la promoción de su gira con la llegada de su primera serie como productora, ‘El Fin del amor‘. La trama gira alrededor de Tamara, una mujer que en la travesía de la crisis de los 30 y tras haber estado ligada a la cultura judía ortodoxa escapa de ese mundo impuesto que la oprimía con el fin de buscar su libertad.
De Netflix con Sky Rojo en el papel de Wendy, una mujer que sufre en carne propia la trata de blancas, pero lucha para liberarse y salir de esa explotación a Amazon Prime Vídeo. El 4 de noviembre volveremos a verla brillar en la pequeña pantalla con un rol como protagonista para tocar la crisis de los 30, las diferentes formas de amar (todas ellas válidas) y el fin del amor romántico que todos tenemos como regla universal. Lali Espósito presentará una visión arriesgada y poco común del amor para reivindicar todo lo que su corazón ha expresado en diversas entrevistas. Ahora siente mucho más que antes la libertad y traza con su arte el camino para que nadie se sienta excluido por tener preferencias afectivas muy contrarias respecto a los valores con los que fueron educados. Por medio de la actuación, la intérprete argentina brinda mensajes necesarios, pero a través de la música despierta a los que aún se han quedado rezagados por las mentalidades de otros tiempos. Y como broche de oro, su quinto disco no tardará mucho en ver la luz, pero aún queda lo mejor con una gira que continúa llegando a ciudades y países que se visten de rojo y negro para recibirla.
Los conciertos son para ella una experiencia viva de presente, el aquí y ahora. Y esos encuentros son una fiesta en la que reír, llorar, chaparse con quien te encuentres al lado o saltar con euforia e «histeria«. Por algo es la reina del pop, una mujer ecléctica y energética capaz de crear de la nada una fiesta en directo. Lali Espósito es una diva soñada y no es por su fama, sino porque hace las cosas con pasión y memoria; de la misma forma que las divas de otras épocas a las que tanto admira. Tiene una cordura admirable y una transparencia en lo que dice, escribe y canta inigualable. Es única porque todo lo que toca lo transforma en un éxito. La dualidad reside en ella, los contrastes habitan en ella. Esa niña, esa chica del sur, no tenía nada. Sin embargo, sólo podía crecer. Ahora es su religión porque consiguió todo lo que tiene a base de constancia y humildad. Y ese espejo que tanto recuerda le reveló cuál era su verdad: ser un huracán emocional, una eminencia del pop y un referente que tiene la llave de la felicidad de millones de personas.