Las Encinas reabrieron sus puertas el pasado 18 de junio con un nuevo giro en las tramas marcado por la llegada de Benjamín Blanco y sus tres hijos. El nuevo director interpretado por Diego Martín es un hombre apegado a la moral que pone a prueba a Samuel y Omar con el fin de ver si están suficientemente calificados para ser parte de su institución. Eso sí, no tiene ningún reparo en aceptar a Phillipe, un príncipe que ha huido de su Francia natal tras haber manchado su estatus a raíz de una acusación relacionada con acoso sexual. A esta autoridad que tiene relevancia a lo largo de los ocho capítulos de la cuarta temporada de ‘Élite’ le acompañan Mencía, Ari y Patrick, tres adolescentes rebeldes a los que les persigue un pasado doloroso asociado a la muerte de su madre. Su irrupción en el instituto genera cambios drásticos en las vidas de los personajes más veteranos de la serie, hasta el punto de hacerles perder la estabilidad y control que tenían sobre sus vidas después de la trágica muerte de Polo (Álvaro Rico), así como la despedida de Lu, Nadia y Carla. Pese a la ausencia de dos de las protagonistas más importantes de la historia y la participación especial de la actriz que interpretó a la novia de Guzmán, la ficción de Netflix sigue siendo una especie de adicción, un bucle con el que es fácil entrar, pero muy difícil salir.

¿Mebeka, Omander o otra alternativa?
[poll id= «42»]El motivo principal para no despegarse de la cuarta temporada de ‘Élite’ sin lugar a dudas ha sido la incorporación al reparto juvenil de Martina Cariddi. Con 20 años recién cumplidos, la actriz que se mete en la piel de Mencía Blanco ha entrado con fuerza y no sólo por su personaje, sino también por su manera para reivindicar la diversidad de los cuerpos al no seguir lo que la sociedad entiende como patrón de belleza, sino a quererse tal y como es. Por si esto fuera poco, su papel en la serie del momento es probablemente el más rompedor de todos por ser una joven rebelde, apasionada que lleva sobre sus espaldas la culpa de haber sido la causante de la muerte de su madre. Por lo tanto, este nuevo fichaje es una adolescente que intenta ir contra las normas y evita ser esa hija perfecta que su padre quiere. Este hecho y su necesidad por ser independiente le conducen, sin ni siquiera imaginar los peligros, a la prostitución. Al principio, Mencía disfruta de un juego que le permite ganar dinero fácil al tener sexo en un hotel con Armando (Andrés Velencoso), pero la conexión que comienza a tener con La Rebe ocasiona que ya no se sienta tan cómoda vendiendo placer por un beneficio económico con el que sueña ser libre al lado de la mujer que empieza a amar.

En lo referido a Rebeka, la choni de las Encinas que tiene una gran pasión por el boxeo aún no se ha recuperado de la decepción amorosa que sufrió en la temporada anterior por culpa de Samuel cuando conoce a Mencía, una joven inusual que la mira de arriba a abajo y le hace perder la noción del tiempo cada vez que sus miradas se cruzan por los pasillos del instituto. Poco tiempo tarda Mencía en cautivar el corazón de una chica dura sólo en apariencia. «Joder, pero porqué no me pasaría yo antes a las tías», pensó en una escena de la cuarta temporada el personaje interpretado por Claudia Salas. La realidad es que ambas intérpretes han conseguido dotar al público de los mejores momentos de ‘Élite’ con una historia de amor que a pocas horas del estreno se convirtió en el shippeo más querido. Mebeka es el apodo que le han puesto los seguidores de la serie de Netflix a esta pareja que despertó el gusto por terminar el último capítulo sin perderse ningún detalle. Ya es imposible olvidar sus primeros acercamientos, su primer beso en el suelo acristalado del Hotel Riu Plaza de España, pero mucho menos de la forma en la que Rebeka defiende a Mencía de un depredador sexual o de esa primera vez acompañadas por un sensual baño de chocolate. «Tan putero y tan íntegro como que no cuadra», expresó Rebe en un episodio sobre el hombre obsesionado con su chica, una persona con la que poder abrirse en todos los sentidos.

La historia de Omander es un caso aparte en esta cuarta temporada. Tras pasar por una sucesión de altibajos y haber enfrentado a la propia muerte en la 3 parte de ‘Élite’ con la grave enfermedad de Ander, la mítica pareja que representaba al colectivo LGTBI ha ocasionado ciertas polémicas entre los miembros de la comunidad gay. Muchos han cuestionado en las redes sociales su relación tóxica con la entrada de Patrick como parte de un triángulo amoroso que se ha guiado por sus facetas como seres activos sexualmente dejando en un segundo plano, casi invisible, el amor verdadero que los personajes de Omar Ayuso y Aron Piper se profesaron. Este hecho ha generado que muchos miembros no sientan la misma representación que antes con Omander. Lo que sí hay que subrayar con fluorescente de ser necesario es la química y la tensión sexual que ha habido con la llegada del extrovertido chico caracterizado por el instagramer y cantante Manu Ríos. Sus escenas dentro y fuera de la ducha con estos alumnos han hecho saltar las chispas, por no hablar de diálogos como este: «-¿Dónde vas demonio? -Pero si soy un querubín. Venga por encima de la ropa no son cuernos-«. Lo cierto es que este trío que empezó como sinónimo de placer y diversión traspasó los límites hasta generar la separación de Omander y las confusiones con Patrick.
Sexo, escaso amor, menos misterio y más competencia

Si bien es cierto que Ari ha aportado algunos mensajes feministas que han favorecido a que Cayetana (Georgina Amorós) tuviera dignidad y abriera los ojos con el príncipe Phillipe (Pol Granch), su personaje no ha conectado lo suficiente con algunos espectadores, o al menos conmigo. La forma por momentos clasista de expresarse y por otra su necesidad por ocultar sus sentimientos para no defraudar a su padre y aparentar perfección por momentos recuerda a la marquesa caracterizada por Ester Expósito y por otros a la inigualable Lu representada por Danna Paola. Las comparaciones son odiosas, pero cuando no se superan las ausencias es fácil caer en esta tentativa, aunque es cierto que Carla Díaz es una gran intérprete, quizás la chica a la que da vida en la cuarta temporada de ‘Élite’ necesite una trama más potente que no quede limitada a meterse entre dos amigos como Samuel y Guzmán. Quizás una mujer más empoderada, más segura de sí misma y de lo que quiere hubiera sido un perfil con el que todos hubiéramos empatizado. Habrá que ver su evolución en la quinta parte de una serie en la que se predice que ya no contará con uno de sus actores más veteranos, Miguel Bernardeau. Por lo tanto, este inciso podría ser un aliciente para que Ari y Samuel comiencen verdaderamente a vivir su historia de amor sin derivar sus encuentros a excesivas escenas sexuales.

La liberación sexual y la diversidad han sido dos de las cuestiones por las que se ha aplaudido a ‘Élite’ como una ficción pionera a la hora de contar explícitamente y sin tantos tapujos las intimidades de sus alumnos, pero esta temporada ha pecado de excesos convirtiendo a la serie en un escaparate de placeres en el que pareciera que el misterio ha estado únicamente al servicio del sexo. No ha habido tramas con solvencia que tengan sabor a thriller, ni tampoco necesidad por descubrir qué es lo que nos estaban contando a medias desde los primeros capítulos. Sólo sentíamos ganas de ver si Ari finalmente tendría un trágico final y con quién se quedaría en caso de seguir con vida, así como descubrir si Omander podía resistir a los cuernos que se habían puesto o si Mencía podría salir de ese infierno relacionado con la prostitución y ser feliz con Rebe. Sin embargo y pese a que haya cosas carentes de justificación y verosimilitud, la producción co creada por Carlos Montero ha vuelto a engancharnos sin darnos tregua y ya circulan especulaciones entorno a las incorporaciones de Valentina Zenere y André Lamoglia en una quinta temporada que como el resto no dejará indiferente, aunque por momentos sólo quisiéramos poder escaparnos de ella.