Ahora es mi turno para escribir mi «diario a bordo», subida ya a su nuevo barco, sin ganas de bajarme por un largo tiempo y con el objetivo de llevar a mis experiencias esas historias que ya son mías, es decir, de todos los que somos sus fans. Primero tengo que aprenderme esas letras dedicadas al amor, a la pérdida, a las relaciones desgastadas, al sexo , a un equipo de fútbol que nunca ha dejado de luchar, a la absurdez, pero especialmente a «la mentira» transformada en un puñado de verdades. Volví con su cuarto disco como solista (sin contar el cd en directo llamado «Mi Teatro») a vivir ese viaje «emocional» en el que sobra hipocresía, pero queda impreso el retrato de su corazón componiendo. Camino a través de sus canciones por todos los lugares en los que Dani Martín ha creado la columna vertebral de «Lo que me dé la gana». Me quedé en Madrid para volar a Miami y de ahí a Zahara de los Atunes, donde el pequeño gigante bebió mucho vino junto a Camilo y compuso 7 de las canciones con ayuda de su compañero de batallas musicales, Iñaki García.
El timbre sonó por fin a las 11:30 de la mañana del 17 de octubre. Entonces, empezó de nuevo la función. Mis oídos ya habían sentido la mezcla de estilos, la contradicción perfectamente imperfecta en la que reviví esos años locos de tantas grandezas y desastres. El pistoletazo de salida lo dio con «La Mentira», esa canción que habla de inseguridades, de todos esos «escudos que nos ponemos para salir al escenario de la vida», aunque la realidad sea otra muy distinta. A más de 20 años de sus orígenes, Dani Martín regresó para insertar algunas pinceladas de su etapa más rockera y gamberra también con el tema que da nombre a otro proyecto auténtico, pero quizás en el que se ha permitido hacer lo que le da la gana realmente.
«Lo que me dé la gana» es toda una «revolución», una verdadera «montaña rusa» por todos los estados emocionales y por diversos estilos musicales plasmados en 14 canciones que marcan un recorrido por sus discos como solista, pero que también trae recuerdos de El Canto del Loco. Una vez le das por primera vez al play todas se incorporan a tu vida y ya no desaparecen. Minutos antes, leí las letras sin escuchar la música y tatareé muchas estrofas que había logrado aprenderme en sólo un día. Y otra vez la magia de Dani Martín conectó con mi vulnerabilidad, ese artista que pasa de una actitud macarra en la que demuestra que el «fiera» de sus primeros años en la música sigue vivo, pero al que no le importa abrir su alma, tal y como lo hizo hace 10 años en «Pequeño». Lo hace con una delicadeza que provoca que la tristeza y la sonrisa convivan por tres minutos en nuestras caras. Eso no es de cobardes, sino de valientes que conocieron el caos que generan las despedidas y que convirtieron el dolor en amor.
Hace tres años su punto de partida con «Lo que me dé la gana» fue el momento en el que cogió un boli y un papel con el fin de componer una canción para Niña Pastori. De pronto, se dio cuenta que ese tema que había nacido de sus entrañas y de sus recuerdos como joven «primate» le pertenecían como para plasmarlos en su siguiente disco como solista. Así nació «Portales».
Con 53 canciones en su ordenador y después de un año en el proceso del disco que ya tengo en mis manos, Dani Martín compuso los acordes y la letra de «Como me gustaría contarte», esa definición de una de las mejores relaciones de su vida; la que tenía con su hermana Miriam. Ella es esa mujer convertida en ángel a la que siempre le dedicamos «Mi lamento» en cada uno de los conciertos de Dani Martín. La primera vez que escuché por las redes sociales un trocito de esta canción en la que el artista está acompañado de la guitarra pensé: » Ya tenemos otra más para llorar al compás de su voz y sus recuerdos, así como para desahogarnos hasta limpiar esas heridas que se abren de par en par cada vez que recordamos a ese familiar que ya no está».
Tras ese desgarro que conecta con las profundidades de las almas, Dani Martín se une a Juanes en «Los Huesos», una canción que contó con la ayuda también de Mau y Ricky, Arcaute, Tainy y Camilo. En ese viaje a Miami se enamoró de un hombre talentoso con bigotes de Dalí que no paró de dar ideas, frases y sonidos. Desde ese día, el cantante de «Vida de Rico» comenzó a ser el aliado de un compositor de pop rock que dejó «el ego en la calle» en «Lo que me dé la gana». Todo esto lo cuenta el propio Dani Martín en ese libro lleno de experiencias y letras combinadas con el arte de la ilustradora Bego Martín, así como el diseño de Boa Mistura.
«Julia» nació en los tiempos en los que Dani Martín compuso «Dieciocho» , pero el nombre de esta canción su creador la desveló cuando compartió con sus seguidores la carta de una pequeña fan que se llamaba casualmente Julia. Esta es como una crónica musical en la que podría estar insertada una ruptura entre una pareja que ha vivido demasiadas experiencias, pero a la que le toca decir «The End». Después de ese bis final de un estribillo que está dedicado al amor y al desamor en un mismo fragmento, llega «La jaula». He de decir que tuve el privilegio de escuchar la maqueta con la voz en solitario del protagonista de «Lo que me dé la gana» y que en la versión final Alejandro Sanz le regala ese toque aflamencado que la hace distinta a todas las que están por delante y por detrás. Si hablamos del mensaje es una canción necesaria, una crítica al maltrato, a esa relación tóxica que pone cadenas a la libertad en la que el amor ha dejado de ser positivo y se ha convertido en una cárcel.
Suena en los primeros segundos un partido de fútbol y comienza «Capitán». Es en ese entonces cuando reviven en mi cabeza todas las jugadas del Atlético de Madrid y cómo El Niño (Fernando Torres) defendía el balón para intentar llevar a su «equipo a la final». Perdiera o ganara, sus fieles siempre fueron leales a los colores. Aunque pasara de primera a segunda división, los aficionados pusieron todas sus esperanzas en sus jugadores, y por supuesto, en el número 9. Escuchar esta canción y no llorar es imposible, y más, si Dani Martín hace un homenaje a una agrupación luchadora desde sus inicios que desde el 16 de octubre dispone de un nuevo himno.
Detrás de «Capitán» llueve en los corazones de quiénes den una oportunidad al nuevo disco de Dani Martín. La culpable es «Avioncito de papel», esa colaboración en la que Camilo muestra su sensibilidad como vocalista y compositor con ese relato nuevamente hacia una relación desgastada que fue escrito en Zahara mientras ambos cantaban con la mirada puesta en el faro de Trafalgar. De esa electricidad que ambos tuvieron llegó una balada que remueve por dentro y que es perfecta para nuestros días más grises. Tras esta forma de encoger el corazón, la número once da por finalizada la «Cara A» con «Se acaba la función». Este tema serviría como banda sonora de los juegos de baloncesto para la Play Station en la que el cantante saca su lado más rapero para expresar «Lo que le da la gana». Precisamente es eso, jugar a cantar sus verdades desde cualquier estilo musical sin que puedan encasillarle en ninguno. » Las etiquetas las pones tú, yo pongo en marcha mis sueños». Esa es una de las frases de un tema en el que cuenta lo que vive, siente y saborea desde que se dedica a la música.
Fluyen las emociones de ese «pequeño» travieso que «partió de cero» para aprender y equivocarse, para mostrar sus complejidades, sus experiencias personales y nuevamente sus miedos. Quiere gustar, pero también huir y llegar. Así es «Lo que me dé la gana», un disco lleno de contradicciones en el que sorprende con «Empieza la función» y ese sonido a cabaret. Con ese sonido del inicio me imagino a Dani Martín junto a Coque Malla ( los dos con un traje de tirantes y unos zapatos enormes de payaso) para después descomponerme en mil pedazos con «La Balanza» de esa «Cara B. También para recordar mi despedida en coche de uno de los mejores veranos con «Baby Driver», esa canción que mi ídolo compuso mientras veía la película del mismo título en la que su protagonista es Ansel Elgort («Bajo la misma estrella») , pero en la que aparece la actriz mexicana Eiza González, intérprete a la que había seguido en mi adolescencia.
Ahora sí. «Se acaba», un viaje que ha tardado tres años en ver la luz. Una vez descorchas el buen vino, ya no hay marcha atrás. Llegó a la última y volvió a desarmarme, de la misma forma que lo hizo hace años con «Un millón de cicatrices». Con un mensaje que conecta con lo que pienso, siento, pero callo también por miedo. «Tu revolución» es la mía y la de cada fan que ha comprado el disco meses antes de escuchar la gran parte de sus creaciones. No hay razón para su ansiedad porque su deseo de querer gustar se cumple en el momento en el que pone voz a esos pensamientos que escupe en sus libretas. Quiénes le juzgan no le conocen, o quizás quieren ser tan auténticos como él y ni siquiera saben cómo imitarle, pero a esos jueces sólo queda por cantarles: «¡Qué se mueran de envidia!». Mientras tanto, yo me instalo en su nueva función, esa que acaba y vuelve a empezar como un eterno déjà vu en el que abunda la autenticidad y en el que quiero quedarme para siempre, o al menos hasta que salga la siguiente.