Lo recuerdo con total nitidez. Mereció la pena volverte a ver brillar ante centenares de luces que esperaron tu regreso a tu país natal. No importó que después perdiéramos el tren de camino a nuestros planetas interiores si podíamos volar durante una hora y media a ese universo llamado «1016» que caló hondo también en Argentina. Ya hueles a mito porque es inevitable no querer escuchar de nuevo tu arte, melodramas infinitos como «La Ciudad», baladas que has hecho épicas como «Londres» y fiestas de rock mezcladas con tu sello personal como «Lo que puedo dar».
Aunque ayer muchos deseaban ver sobre el escenario a Lola Índigo con su mítico «Akelarre», hubo quiénes gritamos: «Danos más». Existen infinidad de motivos para perseguirte y verte desde abajo de una tarima en la que nunca podría faltar tu gran aliado el piano representando a Marte. Todos disfrutaron de «Wonder» y se abrazaron con la persona que más querían durante toda la canción que compusiste en la Academia para tus amigos titulada «Por si te hace falta». Eres como «Madrid»; libre, cambio de compás, como los grandes artistas con mil historias para contar. Lo tienes todo y no solo por cantar en inglés, español o catalán o por tocar dos guitarras distintas, o pasar del piano al trombón en cuestión de minutos.
La certeza es que Alfred García es de esas personas que lo apostaron todo por la música y su esfuerzo ha servido para convertirse en un artista al que ya quieren hasta en el otro lado del Atlántico. Quizás sea porque dejó atrás la ciudad de las estrellas para convertirse en una de ellas; esa que compone cada letra, que trasmite su pasión por cada melodía y su amor por cada persona que acude a sus conciertos. Imposible es no cantar junto al cantante «Que nos sigan las luces» porque hasta los niños con alma de artistas toman como ejemplo a ese chico que cantó todo «1016» en Alcalá, a excepción de «Et Vull Veure».
No importó si le había visto ya en su segundo día como solista siendo parte de uno de sus sould out. No tendría ningún problema si todo volviera a empezar de nuevo porque sus giros vocales, sus agudos erizantes y su entrega con su público eran motivos más que suficientes para entrar en un bucle constante. Aun así, el cantante catalán que en tiempos de reggaeton toca el trombón tenía una sopresa que ni sus fans, ni los seguidores de Lola Índigo esperaban. Alfred invitó a la creadora de «Ya no quiero na»a participar en una versión conjunta de una canción conocida en inglés en la que destacó el estribillo de «Mujer Bruja». Por su parte, Mimi afirmó que vio la magia de su amigo desde que le vio por primera vez.
Música acústica repleta de una calidad instrumental. Fan de legendarios del pop rock que algún día podría ser parte de esa lista. Amante del jazz y de las buenas letras, esas que dicen más que unos simples versos sin sentido alguno. Se sube al piano tras haber escuchado a sus dedos exquisitos en el teclado y pone su mano en su corazón. Si a Alfred le hemos conquistado tatareando el «Himno del Prat», mejor será que acudáis a uno de sus conciertos si aún no lo habéis hecho para que entendáis cuáles fueron nuestras sensaciones.
«Quédate con nosotros Alfred». No sabemos como acabará el cuento, solo que se superará año tras año. Contigo siempre quedarán días para estar contentos y sentir que viajamos «De la tierra hasta Marte», que nos instalamos en «Sevilla» por unos minutos que volamos hasta «Barcelona», esa ciudad que te vio durante tu infancia amando a Michael Jackson con esa pasión que fue retratada por tu padre Alfredo y a esa casa en la que comenzó esta historia que no pretende tener un bis final.